martes, 8 de septiembre de 2015

MIGUEL DE UNAMUNO, DE VUELTA A CASA






Desde mi cielo a despedirme llegas
fino orvallo que lentamente bañas 
los robledos que visten las montañas 
de mi tierra, y los maíces de sus vegas. 

Compadeciendo mi secura, riegas 
montes y valles, los de mis entrañas, 
y con tu bruma el horizonte empañas 
de mi sino, y así en la fe me anegas. 

Madre Vizcaya, voy desde tus brazos 
verdes, jugosos, a Castilla enjuta, 
donde fieles me aguardan los abrazos 

de costumbre, que el hombre no disfruta 
de libertad si no es preso en los lazos 
de amor, compañero de la ruta.