martes, 14 de diciembre de 2010

HENRI MATISSE. PARIS 24/02/93. EXPOSICION CENTRO POMPIDOUR









Una refrescante muestra de quien tan solo tuvo una religión: LA FELICIDAD.
 Y si en Nueva York 900.000 personas se rindieron al genio del pintor que, junto a Picasso, más ha contribuido a forjar la mirada de nuestro siglo, en París se espera una avalancha semejante.
La exposición, abierta hasta el próximo 21 de junio, ha costado año y medio de preparación y 400 millones de pesetas entregados por la Fundación Elf`. Reúne 130 pinturas y lo esencial de las esculturas del período.
Nada en sus cuadros reflejó los sufrimientos que, "como cualquier otro ser humano", padeció. Por ejemplo, la detención por los nazis de su mujer y su hija. "¿Por qué mi obra no alude a mis preocupaciones, mis dificultades, mis desgracias y mis dolores? Porque siempre he preferido guardarlos para mí, y no ofrecer a los otros más que la belleza del universo y mi alegría de pintura,
La exposición del Centro Pompidou comienza en el momento en que Matisse se deja arrastrar por el color, en concreto por los tres colores del célebre cuadro consagrado a la danza:
'' el azul  del Mediterráneo, el verde del follaje y el rojo de la sangre''.
Oriente es para Matisse una revelación. Lo había intuido en las cerámicas musulmanas del Louvre y en los zocos reconstruidos por los pabellones marroquí, turco, persa y egipcio en la Exposición Universal de 1900; y le enamorará a partir de sus viajes a Argelia, España y, Marruecos. Matisse confirmará que el tapiz árabe es ese "jardín de la felicidad" descrito en el Corán.
 Y, a partir de entonces, cuando se le pregunte si cree en Dios, responderá: "Sí, cuando trabajo"