miércoles, 7 de julio de 2010

ALEXANDR PUSHKIN. Bajo el cielo de azul de su tierra nativa...






Bajo el cielo azul de su tierra nativa
         languidecía ella, se agostaba...*
Al fin se marchitó, y ya de seguro
         su joven sombra sobre mí volaba;
Nos separa una línea infranqueable.
         En vano el sentimiento desperté.
Su muerte oí de un labio indiferente
         y con indiferencia la escuché.
¡Y mi alma la amó con tanto fuego,
         con una turbación tan dolorosa,
con tanto sufrimiento y extravío,
         con tortura tan tierna y angustiosa!
¿Qué se hicieron la pena y el cariño?
         Ni reproches me quedan ya ni llanto
para rememorar su sombra crédula
         ni la dulce memoria de los días pasados.

Versión de Eduardo Alonso Duengo
*El poema se refiere a Arnalia Riznich, muerta en Italia en 1825 y destinataria
de algunos de los más hermosos poemas pushkinianos.