Murillo inicia su aprendizaje artístico con Juan del Castillo, en cuyo taller permanecerá cinco años. Se dice que Del Castillo era tío de Murillo aunque no podemos asegurarlo categóricamente; posiblemente existiera entre ambos algún parentesco y esto pesó a la hora de hacer la elección. Del Castillo no era un artista de primera fila pero sus trabajos eran respetados en el ambiente artístico sevillano y tenía un buen número de encargos, colaborando en el taller
Los primeros cuadros de Murillo están muy influidos por el estilo del maestro como se puede apreciar en la Villa del Rosario con Santo Domingo.
El estilo de Cano apenas se puede apreciar en estas obras, posiblemente
porque el granadino dedicaba más tiempo a la escultura.En 1645 Murillo
recibe su primer encargo de importancia. Se trata de la serie de trece
lienzos para el Claustro Chico del convento de San Francisco en Sevilla.
En estas obras muestra una notable influencia de Van Dyck, Tiziano y Rubens, lo que hace pensar a algunos en un posible viaje a Madrid. No existe base documental para apoyar esta teoría por
lo que si realizó el viaje a la Corte quedó en el más absoluto
anonimato.En el año de 1645 será de gran importancia para el artista
porque se casa el 26 de febrero. La elegida se llamaba Beatriz Cabrera y
Villalobos, joven sevillana de 22 años, vecina de la parroquia de la
Magdalena donde se celebró el enlace. En los 18 años que duró el
matrimonio tuvieron una amplia descendencia: un total de nueve hijos.
El
éxito alcanzado con la serie del Claustro Chico -al aportar un estilo
más novedoso que los veteranos Herrera el Viejo o Zurbarán,
motivará el aumento del número de encargos.
Por ello en 1646 ingresa en
su taller un joven aprendiz llamado Manuel Campos al tiempo que debe
buscar una casa más amplia para organizar un taller. Se traslada a la
calle Corral del Rey donde sufrió la terrible epidemia de peste que
asoló la zona de Andalucía -y en especial Sevilla- en 1649.
La mitad de
la población de la capital perdió la vida y entre los muertos debemos
contar a los cuatro pequeños hijos del matrimonio Murillo.La crisis
económica que vive la ciudad no impide que los encargos continúen a buen
ritmo, siendo uno de los más importantes el enorme lienzo de la '' Inmaculada Concepción''
para la iglesia de los Franciscanos, llamada "La Grande" por su
tamaño.
En 1658 se traslada a Madrid donde es muy probable que conociese a Velazquez, quien le pondría en contacto con las colecciones reales donde tomaría contacto con la pintura flamenca y veneciana .
Alonso Cano, Zurbarán y los artistas madrileños de esta generación
también pudieron ser visitados por el sevillano pero no existen
documentos que nos lo aseguren. A finales de 1658 Murillo está de nuevo
en Sevilla, apareciendo como vecino de la parroquia de Santa Cruz donde
permaneció hasta 1663 que se trasladaría a la de San Bartolomé.Los
numerosos encargos que recibía le permitían disfrutar de una saneada
economía, complementando estos ingresos con las rentas de sus
propiedades urbanas en Sevilla y las de su mujer en el pueblo de Pilas.
Tenía tres aprendices en el taller y una esclava que colaboraba en las
tareas del hogar.
El 11 de enero de 1660 funda una Academia de Dibujo en
Sevilla, en colaboración con Francisco Herrera del Monte.
Los dos artistas compartieron la presidencia durante el primer año de
funcionamiento de esta escuela en la que los aprendices y los artistas
se reunían para estudiar y dibujar del natural, por lo que se
contrataron modelos.
La presidencia de la Academia será abandonada por
Murillo en 1663, siendo sustituido por Juan de Valdez Leal.Precisamente
será en 1663 cuando Murillo quede viudo al fallecer su esposa como
consecuencia del último parto. De los nueve hijos sólo sobrevivían en
aquel momento cuatro: Francisca María, José, Gabriel y Gaspar. Gabriel
partió para América en 1677 y los tres restantes siguieron la carrera
religiosa, llegando Gaspar a ser canónigo de la catedral sevillana.
El
periodo más fecundo de Murillo se inicia en 1665 con el encargo de los
lienzos para Santa María la Blanca -el ''Sueño del Patricio'' y ''El Patricio relatando su sueño al Papa Liberio''
con lo que consiguió aumentar su fama y recibir un amplio número de
encargos: las pinturas del retablo mayor y las capillas laterales de la
iglesia de los capuchinos de Sevilla y las pinturas de la Sala Capitular
de la catedral sevillana.Ese mismo año de 1665 Murillo ingresa en la
Cofradía de la Santa Caridad lo que le permitió realizar uno de sus
trabajos más interesantes: la decoración del templo del Hospital de la
Caridad de Sevilla, encargo realizado por Don Manuel de Mañara,
un gran amigo del artista. La fama alcanzada por Murillo se extenderá
por todo el país, llegando a la corte madrileña donde, según cuenta
Palomino, el propio rey Carlos II invitó a Murillo a asentarse en Madrid.
El artista rechazó el
ofrecimiento alegando razones de edad.En 1681 Murillo aparece
documentado en su nueva residencia de la parroquia de Santa Cruz. Allí
recibió el último encargo: las pinturas para el retablo de la iglesia
del convento capuchino de Santa Catalina de Cádiz. Cuando trabajaba en
esta encargo sufrió una caída al estar pintando las partes superiores
del cuadro principal. A consecuencia de la caída, algunos meses más
tarde, falleció el 3 de abril de 1682, de manera repentina ya que no
llegó a acabar de dictar su testamento.
Dos
elementos clave en la obra de Murillo serán la luz y el color. En sus
primeros trabajos emplea una luz uniforme, sin apenas recurrir a los
contrastes. Este estilo cambia en la década de 1640 cuando trabaja en el
claustro de San Francisco donde se aprecia un marcado acento ''tenebrista'', muy influenciado por Zurbarán y Ribera .
Esta estilo se mantendrá hasta 1655, momento en el que Murillo asimila
la manera de trabajar de Herrera el Mozo, con sus transparencias y
juegos de contraluces, tomados de Van Dyck, Rubens y la Escuela veneciana.
Otra de las características de este nuevo estilo será el empleo de
sutiles gradaciones lumínicas con las que consigue crear una sensacional
perspectiva aérea, acompañada del empleo de tonalidades transparentes y
efectos luminosos resplandecientes. El empleo de una pincelada suelta y
ligera define claramente esta etapa final.