sábado, 26 de septiembre de 2009

LUIS CERNUDA. Razón de lágrimas





La noche por ser triste carece de fronteras.
Su sombra en rebelión como la espuma,
rompe los muros débiles
avergonzados de blancura;
noche que no puede ser otra cosa sino noche.

Acaso los amantes acuchillan estrellas,
acaso la aventura apague una tristeza.
Mas tú, noche, impulsada por deseos
hasta la palidez del agua,
aguardas siempre en pie quién sabe a cuáles ruiseñores.

Más allá se estremecen los abismos
poblados de serpientes entre pluma,
cabecera de enfermos
no mirando otra cosa que la noche
mientras cierran el aire entre los labios.

La noche, la noche deslumbrante,
que junto a las esquinas retuerce sus caderas,
aguardando, quién sabe,
como yo, como todos.

LUIS CERNUDA. No quiero, triste espíritu volver...





No quiero, triste espíritu, volver
por los lugares que cruzó mi llanto,
latir secreto entre los cuerpos vivos
como yo también fui.

No quiero recordar
un instante feliz entre tormentos;
goce o pena es igual,
todo es triste al volver.

Aún va conmigo como una luz ajena
aquel destino niño,
aquellos dulces ojos juveniles,
aquella antigua herida.
No, no quisiera volver,
sino morir aún más,
arrancar una sombra,
olvidar un olvido.

martes, 22 de septiembre de 2009

MACHADO, ANTONIO. GUITARRA DEL MESÓN.



Guitarra del Mesón que hoy suenas jota, 
mañana petenera, 
según quién llega y tañe, 
las empolvadas cuerdas. 
. 
Guitarra del Mesón de los caminos 
no fuiste nunca ni serás poeta. 
. 
Tú eres el alma que dice su armonía 
solitaria las almas pasajeras... 
y siempre que te escuche el caminante 
sueña con un aire de su tierra. 
. 
Guitarra del Mesón que hoy suenas jota, 
mañana petenera, 
según quién llega y tañe, 
las empolvadas cuerdas. 
. 
Guitarra del Mesón de los caminos 
no fuiste nunca ni serás poeta. 

lunes, 7 de septiembre de 2009

MACHADO, ANTONIO. A UN OLMO SECO.






Al olmo viejo, hendido por el rayo 
y en su mitad podrido, 
con las lluvias de abril y el sol de mayo, 
algunas hojas verdes le han salido. 
. 
El olmo centenario en la colina... 
Un musgo amarillento 
le lame la corteza blanquecina 
al tronco carcomido y polvoriento. 
. 
Antes que te derribe, olmo del Duero, 
con su hacha el leñador, y el carpintero 
te convierta en malena de campana, 
lanza de carro o yugo de carretera; 
antes que rojo en el hogar, mañana, 
ardas de alguna mísera caseta. 
. 
Antes que el río hasta la mar te empuje 
por valles y barrancas, 
olmo, quiero anotar en mi cartera 
la gracia de tu rama verdecida. 
Mi corazón espera 
también hacia la luz y hacia la vida, 
otro milagro de la primavera.